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La vieja España, herida de muerte por los progresos científicos y sociales de nuestro tiempo, ha hecho un ultimo esfuerzo para sobrevivirse. Su instinto de conservación, puramente animal, no se ha parado ante los crímenes más horrendos que, a su pobre entender, habían de asegurarle el triunfo. Pero frente a estas hordas de hace tres siglos se ha alzado la verdadera España, la que no se resigna a ser en el mundo civilizado un ejemplar único de atraso y abyección, la que quiere continuar sus gloriosas tradiciones culturales de la Edad Media, interrumpidas al convertir los Austrias a nuestra Patria en el baluarte de la reacción europea.
Frente a los secuaces del fascismo extranjero, dispuestos a pagar sus buenos oficios con posiciones en el Mediterráneo, se ha alzado la mayoría honrada del pueblo español. Todos los no parásitos, todos los que servimos para algo y amamos la justicia hemos formado una barrera infranqueable frente al régimen de ignorancia, de explotación y de crimen que se nos quería imponer. El triunfo está asegurado, pero es preciso fijar posiciones.
La Ingeniería en España -hay que reconocerlo- no está bien mirada por las capas populares. Se tacha a algunos de nosotros de haber abandonado su papel de técnicos para convertirse en cabos de varas de las Empresas reaccionarias; a otros, de explotadores de obreros; a otros, de burócratas enquistados. Esta atmósfera procede en muchos casos de la coacción económica de las Empresas y de ciertos políticos, que ha obligado a los ingenieros a salirse de su papel de técnicos, para defender intereses ajenos. Nosotros debemos disipar este ambiente, y para ello hemos de desligarnos de los enemigos conscientes del pueblo. Hay una serie de elementos, bien conocidos por desgracia, que están en el campo enemigo de un modo descarado. El espíritu de Cuerpo, de que tanto hemos alardeado, sólo es lícito excluyendo de él a los excompañeros enemigos de España, del mismo modo que el patriotismo de los españoles sólo es hoy licito dirigido contra los facciosos, que siempre consideraron a España como una colonia.
La nueva España, democrática y moderna, que ha de surgir perfeccionada de estos días sangrientos, será la más apta para el desarrollo de la técnica. Nuestro país, con suficientes posibilidades de materias primas y de energía, no había conseguido -por culpa de las trabas feudales- llegar a ser un país industrial y avanzado, como lo han sido Norteamérica, Suiza, Rusia y tantos países, en cuanto se han librado de dichas trabas.
Para ponernos a tono con este renacimiento técnico que espera a nuestra Patria, hemos de darnos cuenta del verdadero papel del ingeniero en la sociedad. Somos trabajadores, y. debemos estar orgullosos de serlo. Somos compañeros de trabajo, lo mismo de los obreros manuales que de los más altos prestigios del arte o de la ciencia. Somos técnicos ante todo, dispuestos a trabajar como técnicos y a no servir intereses bastardos. Ante nosotros se abren horizontes inmensos, y hemos de cumplir nuestra misión con entusiasmo y con solidaridad respecto a nuestros compañeros de todas las actividades.
El Sindicato Nacional de la Arquitectura e Ingeniería (U. G. T.), que ha intervenido en estos momentos tanto la Asociación como la REVISTA, hace un llamamiento a todos los ingenieros que estén dispuestos a colaborar con la democracia española, solicitando su adhesión para la enorme cantidad de trabajos que el Sindicato tiene hoy encomendados. Llamamos a los ingenieros de izquierda y a los hasta hoy neutrales que sean capaces de comprender que no es esta hora de neutralidad. Hoy hay que poner todas nuestras fuerzas, sin tibieza ni cobardía, al servicio de España y de la economía española, en trance de destrucción por la traición fascista. Para levantarla, necesitamos a todos los hombres de buena voluntad.
Hasta que la técnica española se estructure definitivamente, la Asociación y la REVISTA seguirán funcionando como hasta ahora, en el terreno administrativo. En cuanto al contenido de la REVISTA, tenemos en perspectiva grandes reformas, pero éstas requieren tiempo y tranquilidad.
Hoy se trata de vencer al enemigo. Mañana sonará la hora de construir una España modelo de países civilizados.
Entonces la REVISTA sabrá ponerse a tono con los tiempos.
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