El Glorioso Alzamiento Nacional es un episodio magnifico de la Historia de España, y al igual que todos guardamos de él un recuerdo imborrable, tejido de amarguras y de alegrías, que cada cual condensa en fechas, retratos, cartas o documentos que señalan efemérides de su vida íntima o familiar a lo largo de aquellos treinta y dos meses, tan intensos y pródigos en emociones, igualmente las colectividades tienen el deber de recoger y condensar lo más saliente y palpitante de lo que fue su vida en ese periodo de tiempo. De ahí que la REVISTA, órgano nuestro, dedique este número extraordinario a tal fin, según lo ha venido anunciando desde que reanudó su publicación, interrumpida por la guerra.
La gran familia de los ingenieros de Caminos, distribuida por todo el país en los distintos servicios y organismos oficiales de las Obras Publicas y en las diversas e interesantes actividades privadas que les son peculiares, tenía forzosamente que desempeñar un papel importante en un suceso en el que las más puras esencias españolas tuvieron que llegar a su máxima tensión y esfuerzo para no sucumbir ante la revolución que desde años atrás venía preparándose paciente y concienzudamente. Tenia que ser así, porque la preparación cultural y técnica de nuestro Cuerpo hace que su misión sea importante, tanto en la paz como en la guerra.
Esta misma preparación fue también, sin duda, la causa de que la gran mayoría de los compañeros viesen claro desde el principio el alto significado del Movimiento, y que sean, por lo tanto, muy pocos los que hoy se ven apartados de nosotros por sus pasados yerros. La persecución de que fuimos objeto por parte de los rojos y las escasa colaboración que se les prestó, de lo que trataremos en las paginas que siguen, patentizan esta afirmación, que aun se hace más viva si se considera la labor positiva del Cuerpo en pro de la Causa Nacional, que nos proponemos sintetizar en una de las partes de este número.
El recuerdo emocionado a nuestros caídos y el sencillo homenaje a su heroísmo o abnegación será el principio de nuestro trabajo, que deseamos se vea presidido por la sobriedad y la concisión, por parecernos ello más adecuado a la grandeza de los hechos.
La cantidad y calidad de los que dieron su vida por Dios y por España son un trágico y triste exponente de la actuación de las Colectividades a que pertenecían, a las que dieron gloria y honor con su sacrificio. Nosotros vamos a enumerar los nuestros; vamos a reproducir sobre el papel sus nombres y sus rostros y a reseñar brevemente sus heroismos y nuestra admiración, sin literatura, porque es bien sabido que las emociones profundas se caracterizan por la ausencia de palabras.
Después, como hemos anunciado repetidamente, pensamos dar una idea de conjunto de la actuación del Cuerpo, con miras a su mayor gloria y ensalzamiento, y sin animo de elogios individuales, ya que de esta manera creemos interpretar el espíritu de los compañeros. La labor de los ingenieros de Caminos durante la guerra ha sido silenciosa, tanto, que estamos seguros de que aun no habrán llegado a conocimiento muchos actos y trabajos dignos de encomio, cuya omisión será una prueba de la modestia de sus autores, y la seguridad de que existen, un mérito más que añadir a la labor de la Colectividad.
No queremos terminar esta especia de introducción sin señalar un hecho harto significativo y glorioso para nuestro cuerpo.
En los comienzos de 1938, cuando iba mediado el Segundo Año Triunfal, el Caudillo tuvo a bien formar su Primer Gobierno Nacional, dando así una forma concreta al nuevo Estado que fundó a raíz del Alzamiento Militar. Pues bien, en ese Primer Gobierno figuraban dos ingenieros de Caminos como ministros: Alfonso Peña Boeuf, en Obras Publicas, y Pedro González Bueno, en Organización y Acción Sindical, cuyos retratos deben figurar en las primeras paginas de este número, dado el alcance y finalidad del mismo, que acabamos de explicar.
La labor de estos ilustres compañeros es de todos conocida, y su carácter indudable de dilectos colaboradores del Jefe del Estado hace innecesario el elogio y nos veda casi el comentario, en prueba de respeto y admiración, que recogemos gustosos como timbre de gloria para nuestra Colectividad.