(25 de abril de 2007)
"Él, Melis, es quien otra vez en el microbús, surcando ya el tramo de M-30 que desaparecerá de la vista a finales de 2006 (si todo va bien), le dice al alcalde, como buscando una vez más su consentimiento, que al proyecto no le vendría nada mal que le quitaran "aquello" (dedo señalado en ristre) de en medio. Niquelada iba a quedar la autovía.
Aquello, vaya, es el Vicente Calderón. Ni más ni menos. Y, claro, ahí, en mitad de la carretera, le va a impedir al ingeniero enterrar toda la M-30 junto al Manzanares. Una contrariedad. Casi que por ahora no va a poder ser, tienen claro el alcalde y la concejala, despejando el directo con una sonrisa. "
DECISIONES DE ALCALDE A PIE DE OBRA, El Mundo 12-4-05.
...para entender lo que pasa hay que haber
llorado dentro del Calderón que es mi casa... (himno del centenario, letra de J. Sabina) |
No pretendo ser objetivo, ni quiero ni puedo... "que le quiten aquello"... y "aquello" era el Vicente Calderón...nuestra casa, nuestra vida.
Con once añitos empecé a frecuentar "aquello", no se muy bien como empezó todo, un padre piloto, un club que antes era "de aviación", imagino que esa fue la chispa, una chispa que prendió, ¡vaya que si prendió!... En mi inconstante vida el Atleti ha sido mi gran constancia…57.376 fue mi primer número de socio, hoy el 2.676 da idea de lo mayores que nos hemos hecho juntos.
Que le quiten “aquello”… y aquello era el Vicente Calderón…nuestra casa, nuestra vida.
En “aquello” pronto aprendí, que al fútbol, al menos los del Atleti, no vamos a divertirnos, el que va a eso, dura poco. Aún hoy no se explicar que es lo que hace que domingo tras domingo acuda, como si de una moderna penitencia se tratara, junto a otros miles de madrileños, a un estadio en el que las alegrías están siempre racionadas. Puro misterio. En "aquello" he reflexionado más sobre el sentido de la vida que en cualquier otro lugar, allí pronto aprendí a no buscar respuesta al ¿papá porque somos del atleti?, no hay explicación, las cosas más maravillosas de la vida no la tienen, el corazón va por libre, de nada ni nadie he renegado más que del puñetero Atleti, a ningún sitio he prometido más veces no volver que al Manzanares…dos semanas después, siempre estaba allí.
Que le quiten “aquello”… y aquello era el Vicente Calderón…nuestra casa, nuestra vida.
En "aquello" aprendí que ganar, gracias a Dios, no lo es todo, aprendí la importancia de la fidelidad, aprendí a querer de la única forma posible: sin esperar nada a cambio; aprendí a amar sin echar cuentas, aprendí a defender, tantos lunes, lo indefendible. Allí me aficioné, y éstas páginas son buena prueba de ello, a las batallas perdidas. En ese estadio me doctoré en resignación, comprobando semana tras semana que los sueños construidos durante seis días se quebraban los domingos. Inexplicablemente, sinsabor tras sinsabor, se fue creando en mi interior un sentimiento único…me estaba haciendo, para toda la vida, del Atleti, de mi Atleti.
Que le quiten “aquello”… y aquello era el Vicente Calderón…nuestra casa, nuestra vida.
En "aquello", a mis doce años, un 4 de abril de 1981 que llevó marcado a fuego en el corazón, perdí la inocencia de la mano del infame “Álvarez Margüenda”, ese día descubrí que los malos existen, que no están solo en las películas, ese día acabó mi infancia, ese día supe que existe gente mala, gente muy mala, gente capaz de destrozar sueños por oscuras razones, gente, para mí hasta entonces, inimaginable… hoy, más de veinticinco años después, solo Dios sabe, y espero que me perdone por ello, mis sentimientos respecto del tal Álvarez.
Que le quiten “aquello”… y aquello era el Vicente Calderón…nuestra casa, nuestra vida.
En “aquello” también he tocado el cielo aquel inolvidable 25 de mayo de 1996 cuando alcanzamos el hasta entonces impensable “doblete”. Guardo como un tesoro la cinta de aquel partido contra el Albacete y hoy, tantos años después, se me siguen saltando las lágrimas al oír el pitido final… Por fin, campeones de liga. Hasta entonces, el sueño de mi vida, era ver antes de morirme, una vez, siquiera una vez, al Atleti campeón de liga. A los veintisiete años lo conseguí y me sentí, lo recuerdo perfectamente, como si lo hubiera conseguido todo en esta vida.
Que le quiten “aquello”… y aquello era el Vicente Calderón…nuestra casa, nuestra vida.
"Aquello" junto al río es nuestra casa, la afición del Atleti es la más joven de España, la gran mayoría de los socios solo conocemos ese estadio, hemos crecido allí, allí hemos cantando mil veces el “yo me voy al Manzanares…” y los más afortunados han conseguido que sus hijos también lo canten... el Calderón nos ha unido para siempre…
Que el final de nuestro estadio se realice en nombre del Manzanares, es, cuando menos, sorprendente. Si precisamente nosotros, los de Atleti, hemos sido los únicos que hasta ahora nos hemos tomado en serio dicho río. Muchos madrileños conocen de la existencia del mismo únicamente porque ahí jugamos nosotros…Ese río ha sido ninguneado, al menos hasta ahora, por la ciudad de Madrid que sorprendentemente creció alejándose de él, por los clásicos que le hicieron objeto de sus burlas y por casi todos, menos, precisamente, por los del Atleti, que desde que nuestras vidas se fundieron lo hemos hecho tan nuestro como para comenzar el himno con él: “Yo me voy al Manzanares / al estadio Vicente Calderón / donde acuden a millares / los que gustan del fútbol de emoción…”.
Que le quiten “aquello”… y aquello era el Vicente Calderón…nuestra casa, nuestra vida.
Que los que acaban de descubrir el río nos quieran echar a nosotros, los del Atleti, los únicos que hasta ahora hemos dado vida y color a esas aguas, tiene su gracia. Sé que primero estaba el río y luego llegamos nosotros, pero siempre me ha gustado pensar que el Manzanares se curva para hacernos sitio, para protegernos la espalda del Trampas siempre, y ahora también, de tantos trileros, de tantos listos…
Que le quiten “aquello”… y aquello era el Vicente Calderón…nuestra casa, nuestra vida.
Pocas imágenes más clarficadoras de donde estamos que esa del Alcalde y su "ingeniero de cámara" en turístico paseo por "sus" obras, aleccionando a los restos, de lo que en otros tiempos dicen que fue, el "cuarto poder". Ellos deciden lo que les gusta y lo que no, señalan con el dedo, a modo de modernos cesares, lo que debe o no permanecer en pie, sin estudios, sin justificación alguna, porque sí, nada de utilidad publica, nada de interés general, nada de nada, simplemente lo que a ellos les gusta. Fantástico.
"La tapia que separa
el despotismo de la libertad, la iniquidad de la justicia, no es la forma de elección del imperante sino la existencia y operatividad de los mecanismos de control de la autoridad. Si un señor de vasallos heredero de catorce generaciones o un corregidor nombrado caprichosamente por el monarca están sujetos a control, no pueden actuar despóticamente. Si un alcalde elegido popularmente no es controlado, será un déspota.". (BALADA DE LA JUSTICIA Y LA LEY. Alejandro Nieto, editorial Trotta) |
Esa es la clase política actual, esa es la gran ingeniería que se hace ahora, ese es el periodismo crítico que disfrutamos, nosotros no podemos hacer otra cosa que renegar de todos ellos una y mil veces, aunque eso nos condene para siempre a unas alcantarillas de las que quizá algún día, como nuestro Atleti, podamos salir.
En "su" ciudad hay sitio, si se trata de sanear las cuentas del "Trampas", para que cuatro torres sustituyan a unos campos de hierba en una zona más que congestionada, pero en "su" parque no hay sitio para el Vicente Calderón, hay sitio para concentrar en Legazpi la edificabilidad en otra torre, hay sitio para la pedazo de recalificación que harán con la fábrica de Mahou, pero no hay sitio para "aquello", nuestro estadio, nuestro Vicente Calderón, nuestra casa, nuestra vida...
Que le quiten “aquello”… y aquello era el Vicente Calderón…nuestra casa, nuestra vida.
En “aquello” muchos atléticos hemos tomado nuestra primera cerveza, una Mahou, no había otra, no se necesitaba. Primera cerveza para unos muchachos aprendices de hombres, primera cerveza tomada en el Calderón antes de que la obligada e injusta ley seca llegará a los estadios, primera cerveza servida por uno de aquellos vendedores de chaqueta blanca y caja metálica roja. La Mahou, el vecino incomodo cuyos olores padecimos todos los atléticos durante largos años, la Mahou que por la nariz nos enganchó. La Mahou, el hombro en el que muchos hemos encontrado consuelo tras tantos domingos, la Mahou, nuestro paraíso artificial, tantas tardes, nuestro único paraíso. La Mahou, la cerveza del Atleti, nuestra cerveza..., y también, que ironía... la Mahou, el pelotazo "cinco estrellas" (como nuestro estadio) que nos largará del barrio...
Que le quiten “aquello”… y aquello era el Vicente Calderón…nuestra casa, nuestra vida.
Los del Atleti nos tenemos a nosotros, nuestros colores, nuestra historia, nuestro estadio y poco más. Con eso, sobrados. Con eso el ¿papá por que somos del Atleti? puede que no tenga respuesta pero tiene sentido, sin "aquello", sin nuestra estadio junto al río, todo cambia…
En el Atleti creemos los poetas, los sensibles, los melancólicos, los que suspiran mirando a un cielo que casi nunca responde, los que sabemos que la grandeza de un club no se mide por sus copas, ni por las camisetas vendidas o el número de campos de su ciudad deportiva, no, en el Atleti somos gente sencilla, la “buena gente” de Machado (convivir con el "Trampas" nos reduce la simple inevitable cuota de indeseables, el que solo busca ganar sin importarle el cómo, ya tiene equipo en esta ciudad). Nosotros no queremos millones para galácticos, ni un estadio más grande o mejor, queremos nuestro estadio, un estadio al que nos hemos encariñado a base de tratarlo, en un barrio que siempre ha sido del Atleti, mal que le pese a algunos, y los atléticos siempre preferiremos “…la pobreza en todo este vecindario, que ser un muerto en vida si falta mi estadio…” (versión libre de la letra de la chirigota, de Cádiz por supuesto, del Noly, los enterradores….).
Mantener "aquello" en pie está difícil, pero si los del Atleti nos caracterizamos por algo, es por tener Fe, por eso todavía no he perdido la esperanza de poder llevar a mis hijas, socias desde su primera semana de vida, al Calderón (cuando aguanten media hora sentadas en algún sitio) y enseñarles donde me hice un hombre, donde encontré refugio, donde compartí con otros miles de muchachos penas y alegrías en muy distintas proporciones… y quizá consiga que se enganchen en ese estadio, como lo hice yo, a esa droga, que es mi Atleti, con la que uno nunca alcanza el paraíso…hasta que se da cuenta que está en él.
Para acabar un último sueño: que si llega el final del Calderón, que si al final lo demuelen, que sea por encima de muchos de los que nos hemos dejado la vida allí. Que el Calderón se muera orgulloso de nosotros, los atléticos del Calderón que siempre hemos estado orgullosos de él, los que mil veces hemos cantado el ¡aquí están, estos son, los hinchas del Calderón! (se acerca el momento de demostrarlo), los que sufrimos con él la aluminosis, los que hemos saltado juntos sobre sus asientos comprobando su buena salud… Si se cargan todo eso por treinta miserables monedas de oro, que al menos el Calderón sienta que a él muchos no lo vamos a olvidar nunca…, ni por supuesto, a los probables Judas….