(12 de  noviembre de 2007)

INQUIETUDES ACADEMICAS.

 

Artículo publicado en la revista RUTAS (Marzo-Abril 2000)

En contra de lo que pudiera parecer si se escucha a algunas personas ajenas a la Universidad, quienes nos dedicamos a la enseñanza de la ingeniería de carreteras no nos ocupamos preferentemente de comparar la clotoide con la espiral logarítmica como curvas de transición. o de analizar si en el estudio de la fatiga de las mezclas bituminosas hay que considerar las deformaciones radiales o las tangenciales. Nuestro objetivo fundamental es claro: formar los mejores ingenieros de carreteras. En aras de ello, son otras nuestras preocupaciones. Se dirigen, sobre todo, al análisis de la realidad viaria de nuestro país. Y comprobamos que su situación actual no es, en algunos aspectos, la que desearíamos como ingenieros de carreteras y profesores de esta disciplina.

Queremos referirnos aquí a algunos asuntos que concitan especialmente tanto nuestra atención como la de muchos ciudadanos: la planificación viaria, la financiación de las inversiones en las infraestructuras del transporte y la seguridad de la circulación. Tenemos la impresión de que estos asuntos, sin duda complejos. se están abordando preferentemente desde unas posiciones políticas e ideológicas. Por ello, nos parece que en muchas ocasiones no se tiene en cuenta lo que en realidad requiere la sociedad; y que no se aprovecha la aportación de conocimientos técnicos que podrían hacer unos funcionarios públicos (los ingenieros de caminos del Estado) cada vez menos tenidos en cuenta. En definitiva, creemos que estos problemas no se están abordando con el rigor necesario.

Tras la finalización del Plan de Carreteras 1984-93 no se ha formalizado un modelo de planificación viaria global, ni mucho menos del conjunto de las infraestructuras del transporte. En este contexto, se están preconizando unos procedimientos de financiación cuya bondad está por demostrar, y se está dando por sentado que la financiación presupuestaria ya no es suficiente. Las denominadas nuevas fórmulas (excepción hecha del peaje tradicional, que por supuesto nada tiene de nuevo) no evitan que, en última instancia, sean los ciudadanos quienes costeen los nuevos desarrollos viarios. Con algunas de estas fórmulas, lo que de verdad se propicia es una rentabilidad financiera, en general alta, para los intermediarios entre los beneficiarios de la infraestructura y los ciudadanos que la costean mediante sus impuestos.

En cuanto a la seguridad de la circulación, tenemos la impresión de que este problema sigue sin abordarse con rigor suficiente. ni en su conjunto ni en sus múltiples facetas. Nadie duda de que es el factor humano el que más influye en la siniestralidad; pero eso no debería ser óbice para profundizar en la influencia que, en el comportamiento de los usuarios, pueden tener diversos aspectos relacionados con el proyecto de las vías y con su explotación. Por otro lado, en lo que se refiere a las actuaciones sobre la infraestructura, uno de los aspectos que se debería mejorar es la coordinación entre las administraciones concurrentes, las cuales a veces parecen incluso competir entre sí.


Sandro Rocci,
Manuel Romana,
Victor Sánchez Blanco y
Miguel Ángel del Val.
Profesores de carreteras de la
Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid.

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